Coliflor con nata y avellanas: entera o en crema


Porciones / número de personas: 4 a 6
Tiempo de Preparación: 45 minutos
Tiempo de cocción: 20-30 minutos
Categoría: Vegetarianas
Dificultad: Fácil

Introducción:

Mi abuelo solía decir que cuando escuchabas una palabra por primera vez, era cosa segura que volverías a escucharla de nuevo en menos de veinticuatro horas. Tenía toda la razón. No sólo ocurre con las palabras, a mí también me pasa con películas, vestidos y un sin fin de cosas, entre ellas, la coliflor con nata.

No es que acabe de descubrir que la coliflor existe. Llevo desde pequeña huyendo de la peste que impregnaba la casa cuando mis padres preparaban un hervido en invierno con su querida coliflor. Creo que empecé a esconderme en la licorera porque prefería oler a coñac que a coliflor. Hervida. Puaj.

Entonces leí una cita de Mark Twain que decía que "una coliflor es una col que ha ido al colegio" (vale, en realidad dice "college", que es más bien universidad, pero no quería perder la aliteración). Me picó la curiosidad pero ni aún así me atrevía a probar esa flor extraterrestre.

Hasta que encontré a Nancy Silverton y ella me explicó que la coliflor estaba mucho mejor hervida en nata y que así no olía tanto. Vendido: yo eso tenía que probarlo.

En menos de veinticuatro horas tropecé con varias recetas sobre coliflor hervida en nata o en leche. Por lo visto lo que para mí es un misterio para otros es saber popular: resulta que hervida en leche no coge ese color gris-pocho tan poco apetecible.

Nancy es americana y ella no entiende lo de hervir simplemente con agua o con leche, cosa que le debe parecer de pobres. Ella hierve con nata. Yo he cambiado la mitad de la nata por leche, porque mi hermano dice que para beber nata prefiere hacerlo directamente del tetrabrick y dejar a la coliflor en paz. Si te gusta la nata, olvida al hermano y echa toda la quieres. En la grasa está el sabor.

Ingredientes:

1/2 coliflor mediana
200 ml de nata para cocinar
200 ml de leche
1 cebolla mediana
1 o 2 dientes de ajo
1 cucharada rasa de sal
1/2 cucharadita de pimienta
1 cucharadita de nuez moscada para decorar
un puñado de avellanas

Instrucciones:


1. Pela la cebolla y el ajo (o los ajos, si prefieres el sabor de ajo al de la coliflor).

2. Corta la coliflor en floretes pequeños y el tallo a rodajas de medio centímetro de grosor. Aunque parezca mentira, el tallo también es comestible.

3. En una olla, pon la coliflor, la cebolla, el ajo, la nata, la leche y la sal y al fuego hasta que hierva.

4. En cuanto rompa a hervir, baja el fuego al mínimo: que la mezcla de nata y leche apenas haga burbujas. Tapa la olla y recuerda remover con frecuencia. Si tu fogón es potente y ves que al tapar la olla se sale la nata, déjala destapada pero no olvides lo de remover con cuidado (a mí se me ha pegado un par de veces). Añade la pimienta. Que cueza hasta que la coliflor esté muy blandita, unos 30 minutos. Normalmente la coliflor sólo hay que cocerla hasta que está al dente, pero para hacer crema, yo la prefiero blandita.

5. Mientras la coliflor se cuece, prepara las avellanas. Si tienes la suerte de tener un avellano y las coges con cáscara y todo, es hora de quitarles la cáscara y tostarlas (y de que yo te diga que te envidio mucho). Si las has comprado del súper, entonces ya vienen tostadas y sólo tendrás que quitarles un poco de piel frotándolas entre las manos y picarlas un poco en el mortero (Nancy dice que hay que picarlas con un cuchillo pero es que ella seguro que no sabe que en España tiramos mucho de mortero).

6. ¿Y ahora cómo lo sirvo? Pues a mí me gusta en puré, porque es la forma más sencilla de empezar con las verduras que no te gustan mucho. En crema y con pan. Si haces el puré con batidora de mano, queda más grumoso que con batidora de vaso, que lo deja muy fino. Tiene que quedar como un puré de patatas. Puedes añadir más leche o más nata si ves que te falta. Incluso puedes añadir un yogur, que le da un toque ácido. Rectifica de sal. A mi padre le gusta tal cual, así que le reservo los floretes que hayan quedado más enteros. En ambos casos, una vez en el plato, a la coliflor le echo una buena pasada de avellanas y una pizca de nuez moscada. Incluso se la come con espinacas, como si fuera bechamel.

Las verduras feas también se pueden comer. Si la coliflor tiene las puntas un poco negras, se le puede hacer la cirugía plástica con un cuchillo. Si está muy marrón o muy grisácea, es posible que no tenga arreglo.

Una coliflor con los floretes muy sueltos está pasada. La coliflor prieta es la que está en su punto. Prieta y que pese mucho para su tamaño.

El mejor envoltorio para la coliflor no es el plástico, sino sus hojas. No te molestes en quitárselas hasta que vayas a cocinarla. De hecho, hay quien se come las hojas pero en casa no hemos llegado (todavía) a tanto.

Si quieres cocinar la coliflor entera, te encontrarás con que el tallo tarda más en cocerse que los floretes. Mi abuela cortaba en cruz el tronco para que se cociera más rápido. Es una idea muy artística y a ella le funcionaba.

Para mí, esta es una cena de invierno: un trozo de queso, un poco de pan tostado, la crema de coliflor y una fruta de postre. Los floretes enteros, van a la fiambrera del día siguiente.

¿Alguna otra idea para que los maniáticos podamos comer coliflor?


Fuente: https://lamadalenadeproust.blogspot.co
Enviada por la_madalena (ver más recetas de la_madalena)
Publicada el 20 de octubre de 2012 a las 14:10
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